jueves, 24 de marzo de 2011

Inferior

Saludos.

Desde la anterior publicación no he sido incapaz de reunir tiempo y ganas para liberar mi hostilidad hacia el conjunto de temas por los que principalmente retomé el blog.
Y casualmente voy a desaprovechar este rato para escribir sobre otro tema distinto, mucho más mundano y cotidiano, sin necesidad de irme a políticos y demás chusma.
Hoy toca este tema porque hoy he conocido un nuevo caso de esta manifestación de la estupidez.

Esta vez voy a hablar de gente de a pie, de gente común y vulgar. Sobre todo eso, vulgar.
Voy a hablar sobre una condición, sobre un aspecto que, dependiendo en qué manos se encuentre, puede ser muy peligroso: el complejo de inferioridad.
Y por favor, no estoy hablando de ese chaval acomplejado y pisoteado por su necio entorno.
Me estoy refiriendo a un complejo mucho más interno, escondido y disfrazado. Hablo de un sentimiento mucho más primitivo que a muchos les resulta imposible evitar.
Estoy hablando de ti, chulito, déspota, triste y patético ser.

El texto de hoy va dirigido a todos aquellos que en su triste vida necesitan sentir que son alguien, no conociendo otro medio para ello que dar una imagen forzada de pedantería o superioridad, sin dudar incluso en humillar, ningunear o faltar al respeto a otra persona para conseguirlo. Confieso que esto último realmente pone a prueba mi pacifismo. Y es que se pueden encontrar pequeños dictadores en los rincones más tristes e insospechados.

Lo más gracioso es que, como en todo en esta vida, hay niveles. Y casi hay que dar gracias porque muchos de ellos se queden en el camino y no lleguen a ese punto despreciable. Reconoceréis a estos graciosos (y cansinos) sujetos porque les encanta mostrar ese supuesto ligero dominio o superioridad sobre otros, hablando. Sin parar de hablar y de pavonearse hablando. Y por supuesto, casi siempre quejándose, enmascarando torpemente el objetivo real de sus palabras, bien sea con sonoras quejas sobre su situación (muy utilizado) o simplemente con algún comentario de despiste.
No hay que ir muy lejos para ver más demostraciones del comportamiento de estos especímenes. He presenciado más de una vez, asqueado, la estampa de algún compañero de trabajo (quizás simplemente conocido de vista) hablando con absoluta condescendencia o dando muestras exageradas de impaciencia (sin ninguna razón ni justificación por cierto), a algún otro compañero, por el simple hecho de que éste lleve menos tiempo trabajando o esté aún "de rodaje" en algún tema.
(ACLARACIÓN: Quedan excluídas de este caso, las situaciones provocadas realmente porque la persona "sin rodaje" en cuestión es un auténtico desastre o un listillo que pide a gritos que le bajen los humos. Que de todo hay en todos los niveles, señores)
Y qué casualidad, que estas personas tan forzadamente condescendientes, por lo general no sean en absoluto ni especiales, ni dotados, ni experimentados. Completos "mindundis" que han visto su momento de sentirse importantes.
Porque lo más curioso (aunque aplastantemente lógico) es que es aún más fácil ver este tipo de comportamiento en un "don nadie" que en alguien que realmente ostente un cargo o responsabilidad importante. O mejor dicho, que realmente posea una educación, experiencia y merecido estatus.

Mi sentimiento por estas personas va, dependiendo del día o la fase lunar, desde el más absoluto asco y repulsión hasta incluso la pena. Qué jodidamente patético se tiene que sentir alguien en el fondo para tener que echar mano de una ficticia situación de superioridad (de cualquier clase y en cualquier ámbito) frente a otra persona.

Y os puedo asegurar que hablo sin despecho alguno. Afortunadamente no he tenido que sufrir en mis carnes a ninguno de estos papanatas aún. Siempre he procurado hacerme respetar y por ahora la cosa ha funcionado. He tenido además la suerte desde mis inicios y aún a día de hoy, de tratar con gente que, aún ostentando una gran profesionalidad y experiencia, destila humildad y modestia por todos los poros. Auténticos ejemplos a seguir.

Sin embargo, por lo general no puedo evitar odiar intensamente la injusticia que sufren muchas personas a manos de otras.
Y concretamente en este caso que nos ocupa, la situación me deprime. Me deprime ver esas muestras de los bajos instintos del ser humano, que intenta superar su triste realidad a costa de otros.
Me deprime que tú, chulito, déspota, triste y patético ser, seas así. Que hagas lo que haces. Porque cuando lo haces, me das asco. Porque cuando lo haces, te descubres. Porque cuando lo haces, TÚ eres inferior.



PD: Mis allegados se sentirán orgullosos porque he conseguido escribir este texto sin utilizar mi acostumbrado y amado término: infraser. ;)

1 comentario: